domingo, 8 de septiembre de 2019

147! HAPPY NEW PATAPHYSICAL YEAR






































Con permiso del desocultado INSTITUTUM PATAPHYSICUM GRANATENSIS:
http://institutumpataphysicumgranatensis.com/Index.html

"Cuando a fines del siglo XIX la ciencia, el arte y la religión se entrechocaban en las tinieblas, la Patafísica quedó de pronto al descubierto y su vaso de elección fue Alfred Jarry. Jarry, precursor de Dadaísmo y del Surrealismo, era un espíritu original, un ser ferozmente asocial, atractivo y grotesco, más personaje que persona, un genio anárquico y vanguardista, un bretón que cambió las largas temporadas en el manicomio de su madre y de su hermano por las pensiones y los cafés parisinos. Montaba en bicicleta, era diestro en el uso de la espada, llevaba siempre dos pistolas cargadas con las que disparaba simbólicamente contra todo pseudoartista o impostor intelectual que se cruzaba en su camino, optó por un suicidio gradual a través del consumo inmoderado de ajenjo y éter, y murió en la miseria y casi en el anonimato.

(...)

Sin embargo, la Patafísica lo es todo menos una bufonada, y convendría aproximarse a tan santos misterios con el mayor respeto. La etimología misma de la palabra metafísica es tan patafísica como la del sustantivo patafísica porque cuando, en el siglo I, el sabio Andrónico de Rodas asumió el deber de ordenar las obras de Aristóteles en la biblioteca de Alejandría, y no encontró nombre que designase trece tomos o rollos de lecciones dispersas, los tituló ta meta ta physika: las cosas que van después de las cosas físicas. Patafísica es una formación onomatopéyica a partir de sucesivas contracciones de epi (ta meta ta physika), es decir, la ciencia que se sobreañade a la metafísica, extendiéndose más allá de ésta como ésta se extiende más allá de la física.

Según el razonamiento patafísico, si todo fenómeno es siempre individual, un accidente, una anomalía, entonces la Patafísica será sobre todo la ciencia de lo particular, por más que se afirme que sólo hay una ciencia de lo general, estudiará con ahínco y minuciosidad las leyes que rigen las excepciones y explicará un universo suplementario al nuestro (como el descubierto por Alicia al otro lado del espejo), describiendo ese universo que se puede ver, y quizá se deba ver, en lugar del tradicional. La Patafísica es, en consecuencia, la ciencia de todas las ciencias, la ciencia de las soluciones imaginarias, entendiendo que en la vida todo son excepciones y que las leyes físicas son, precisamente, excepciones no excepcionales, sin ningún interés. Sólo la excepción excepcional, lo imprevisto, lo aberrante, hace avanzar la ciencia; baste con recordar los comienzos de Fleming, de Pasteur y de otros ilustres científicos para constatar que todo verdadero descubrimiento acontece por azar. Dice Jarry que la humanidad vio tal fenómeno preceder o seguir a tal otro, y concluyó que todo sería siempre así, pero esto no es exacto más que la mayor parte de las veces, depende de un punto de vista y está codificado por la comodidad. ¿Qué ocurriría si lanzáramos una piedra hacia arriba y ésta no respondiera a la ley de la gravedad? ¿Por qué pensamos que la forma de un reloj es circular si de perfil es una figura rectángular, o elíptica a verla de tres cuartos?

El retorno a lo Particular demuestra que cada hecho determina una ley, una ley particular. La Patafísica vincula cada cosa y cada hecho, no a una generalidad, sino a la singularidad. Y la metodología que utiliza para ello es la del análisis infinito: puesto que todo fenómeno, aún el más simple, resulta inagotable, es capaz de tolerar una serie infinita de operaciones que, en sí, constituyen el fin mismo de la ciencia patafísica. Marcel Duchamp observó que la realidad posible puede obtenerse distendiendo un poco las leyes físicas. En suma, el universo sólo es “la excepción de sí mismo”, y ese “sí mismo” es la Patafísica. El universo, lo repito, no es más que una entelequia que únicamente existe como acumulación de singularidades, del mismo modo que esta presentación no es más que un galimatías que más adelante intentaremos descifrar con la milenaria precisión de un cirujano tuerto.

Por otro lado, aunque su historia no ha sido aún esbozada, la Patafísica ha existido siempre: desde que el hombre se rascó por primera vez la cabeza para calmar la picazón del pensamiento reflexivo, desde que Sócrates demostró a Menón que su joven esclavo sabía el teorema de Pitágoras, desde que Euclides sorprendió a sus coetáneos con el tratado de geometría, desde que Leonardo de Pisa escandalizó a los suyos del siglo XII al usar cifras arábigas en lugar de romanas, desde que aquel médico contemporáneo de Newton descubrió los ovarios de la mujer y acabó suicidándose en Suiza, o desde que Lewis Carroll estableció la identidad entre las coles y los reyes. 

Debe entenderse que todo patafísico anterior a la Era Patafísica (que comienza el 8 de septiembre de 1873, fecha de nacimiento de Jarry) es considerado como un patafísico involuntario, como un patacesor (Zenón de Elea, Rabelais, Johnathan Swift, Lawrence Sterne, Remy de Gourmont, Rimbaud, Marcel Schwob o Raymond Roussel, cuyas invenciones y procedimientos verbales son patafísicos por excelencia, pero que ignoraba probablemente a su genial contemporáneo), mientras que los posteriores a Jarry son patafísicos en general conscientes que han hecho más o menos uso de sus métodos: Arthur Cravan, Julien Torma, Jacques Vaché, René Daumal, Salvador Dalí, etc.

No hay que olvidar que la Patafísica involuntaria aparece con frecuencia en la vida diaria y allí donde hay un leve rastro de actividad intelectual -la televisión, las hojas parroquiales, las declaraciones de políticos-; asimismo, vestigios patafísicos pueden hallarse en Lucero y en el dios Pan tanto como en santo Tomás de Aquino o en Pío XII, y el propio Heidegger fue sin saberlo un precursor de la Patafísica, ya que esta ciencia es el adelantado de las escuelas filosóficas no dogmáticas de hoy. En el dominio de los objetos y de las máquinas, especialmente, la Patafísica parece tener un prometedor futuro. Considérense, por ejemplo, los objetos imposibles de Jacques Carelman o las máquinas del inventor norteamericano Lawrence Walstrom: una de ellas, compuesta por 700 piezas, funciona a la perfección, pero no sirve absolutamente para nada; otra -una máquina de calcular- se descompone en cuanto se la pone en marcha.

Finjamos que hasta aquí me habéis seguido sin dificultad. Si damos por sentado que todo es patafísico, que más allá de la Patafísica no hay nada y que ella es la Suprema Instancia, obviamente no se puede abarcar algo de esa malévola naturaleza más que por aproximaciones:

La Patafísica es un método, una disciplina, una actitud interior, un rito, un punto de vista, una mistificación. Es a la vez todo eso y nada de eso.

La Patafísica es un saber inventado por Jarry que le permitió trascender las limitaciones que la literatura imponía a su obra.

La Patafísica no es una nueva escuela filosófico-literaria nacida en París y ahora ofrecida a la voracidad del público granadino.

La Patafísica es una geometría novísima del conocimiento.
Un arte que permite a cada cual vivir como una excepción 
y no ilustrar otra ley que la propia.
Una manera de formular el mundo distinta a la acostumbrada.
Una tentativa a veces heroica, a veces patética, de interpretar los hechos.
Un Arca inútil que boga y vaga en el diluvio de las utilidades.
Una empresa que no toma en serio ni la seriedad ni la risa.
Una reacción bufonesca y destructiva contra la doctrina positivista y el edificio aristotélico.
Un elogio a la curiosidad y a las investigaciones ricamente especulativas.
Uno de los revulsivos más serenos, cándidos y fructíferos del siglo XX.
Una navegación de descubrimiento y de aventuras en el seno de eso que Jarry llamaba Ethernidad."

(Aproximación imposible a la Patafísica / AOOA)

Iglesia del Surf del Cristo Risueño de la Costa LTD. MMXIX ©

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