"Excelentísimo Señor:
Le escribo esta carta con amor. Sin el más mínimo odio o rencor, tengo que decirle que es usted el hombre que más daño me ha causado. Tengo mucho miedo al comenzar a escribirle: temo que esta modesta carta (que me conmueve de pies a cabeza) sea demasiado frágil para llegar hasta usted; que no llegue a sus manos.
Creo que usted sufre infinitamente; sólo un ser que tanto sufre puede imponer tanto dolor en torno suyo; el dolor preside, no sólo su vida de hombre político y de militar, sino incluso sus distracciones; usted pinta naufragios y su juego favorito es matar conejos, palomas o atunes.
En su biografía, ¡cuántos cadáveres! en África, en Asturias, en la guerra civil, en la postguerra… Toda su vida cubierta por el moho del luto. Le imagino rodeado de palomas sin patas, de guirnaldas negras, de sueños que rechinan la sangre y la muerte.
(...)
Hace siglos, en tiempos de la Inquisición, vivía en Ávila una niña de ocho años. Un día tomó a su hermanito por la mano y se escapó de su casa. Recorrieron campos y montañas. Por fin su padre consiguió dar con ella. Le preguntó:
– ¿Por qué te has escapado?
– Quería irme de España.
– Pero ¿por qué?
– ¡Para conquistar gloria!
Lo mismo que dijo esta niña -Santa Teresa- hubieran podido decir tantos que se fueron: cientos de miles.Y también los Goya, los Picasso, los Buñuel… Lo mismo hubiéramos podido decir los que en 1955 salimos de su España negra. Para conquistar gloria, en el sentido más fascinante de la palabra. Esa niña que se escapaba en busca del apoteosis, más tarde iba a sufrir en su carne y en su alma los golpes de la intolerancia de entonces: la Inquisición."
(Carta al General Franco /1971; F. ARRABAL)
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