jueves, 20 de junio de 2024

'Pataphysics: PERRITO AXIAL EPISCOPAL

"¡Chacho! – que me estaba viendo, precisamente el labriego al que le había esquilmado la huerta! - al ver el estropicio, se llegó hasta mí enfurecido, con una estaca en las manos, conchas, peines de marfil, y con rosas tiernas, humedecidas por rocío divino y néctar.

En su interior le prestaba atención al crecimiento de su pensamiento y sus sentimientos. Cuando se hizo mayor, iba de aquí para allá, visitando otros parajes, descubriendo mares, el Cielo y los Infiernos; caminaba entre esas mascaradas lúdicas de la gente: unas mujeres vestidas de blanco clámide, con gran variedad de alegres símbolos de todas clases, y adornadas con flores primaverales.

Contemplaba las estrellas y reconstruía en la arena su posición y recorrido. Sin pausa, dirigía su mirada al océano del aire, admirando su transparencia, sus evoluciones, sus nubes, sus luces, y su contemplación no conocía fin. Recogía y coleccionaba piedras, flores, escarabajos… que iban cubriendo el camino por donde tenía que pasar la comitiva de la diosa protectora, en compañía de un enjambre de Cupidos, con pétalos que se sacaban del regazo; llevaban sobre la espalda unos brillantes espejos con los que le mostraban a la diosa el séquito que venía detrás: más allá. Corrido quedé y dispuesto a comer aquel veneno en forma de teta en la que iban haciendo libaciones de leche, antorchas, teas, velones y todo tipo de luces para ganarse el favor del origen de los astros del cielo.

¡Chacho! – que me estaba viendo precisamente nuestro Maestro, ya que él tiene la inteligencia de la síntesis y sabe juntar los atributos esparcidos por todas partes – que le había esquilmado la huerta – al ver el estropicio, se llegó hasta mí enfurecido, con una estaca en las manos, y el caduceo de Mercurio…

Nos contaba cómo, siendo todavía un niño, Anubis marchaba altivo con media cara negra y la otra media dorada, artísticamente trabajada. Teníamos suficientes razones para sentir vergüenza de nosotros mismos. Tuvimos que lavarnos la cara y las manos. Una luz, pasaje secreto; palma de oro, rosal. Providencia protectora de la diosa virgen.

A continuación, un león nos hizo descender del estrado por la escalera de caracol y nos inclinamos una vez más, respetuosamente. El unicornio regresó a su sitio, lleno de alegría. También me dijo con gran respeto: ¡Bienvenido en nombre de Dios, sois el hombre al que deseaba ver desde hace tanto tiempo! Esto ocurría hacia las cuatro de la tarde. Me despedí amistosamente."
(E.H.)
Iglesia del Surf del Cristo Risueño de la Costa LTD. MMXXIIII ©

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