"Era una ciencia verdaderamente mística y espiritual en el más profundo sentido de esas palabras, pues la Gran Obra cada cuál debía cumplirla y llevarla al efecto dentro de sí mismo, antes de estar capacitado para producir algo realmente valioso en el exterior. La piedra filosofal, que se necesitaba en todas las transmutaciones , indica muy bien en su nombre - e igualmente en los procesos simbólicos necesarios para conseguirla - su significado espiritual de producto estable, permanente y operativo del Amor de la Sabiduría: era por lo tanto, un resultado filosófico capaz de materializarse y hacerse evidente para todos en la transmutación de los metales, la producción de joyas auténticas y valiosas, e igualmente como panacea universal, o sea la capacidad de aliviar y sanar completamente todo mal del cuerpo y del alma.
Ahora, la Rosa era precisamente el símbolo más apropiado y universalmente conocido, igualmente de esa sustancia primera - en la cual se hallaban inherentes la Vida y la Inteligencia Divina - y de la misma piedra filosofal, resultado de la mística labor alquímica, que la manifestaba en su grado más sublime y elevado de perfección. Se trataba de una verdadera rosa mística, que podía identificarse con la Virgen y Madre Divina, a la cual había de buscarse y se encontraba como la misma perfección de la sustancia y de la inteligencia, también representada simbólicamente en la piedra cúbica.
En otras palabras, cuando la piedra realmente alcanzaba la perfección cúbica, se transformaba de por sí y se identificaba con la rosa mística. Por lo tanto, el proceso para conseguirla era una Obra refinada y completa de rectificación; de una manera admirable ese proceso está simbólicamente sintetizado en la fórmula de VITRIOL: Visita Interiora Terrae; Rectificando Invenies Occultum Lapidem.
Es un verdadero cristiano el amante de la Sabiduría, que la busca y se esfuerza por manifestarla como rosa mística en la propia cruz de la fe y de la intransigencia dogmática, de manera que como el ave Fénix, pueda renacer purificada de esas cenizas, que son lo único que ha quedado del fuego destructor y renovador.
Esto que se busca sin cesar, que sin cesar aparece y desaparece, nace y renace, y sigue constantemente orientándonos y dirigiéndonos sobre la Cruz o Sendero de la Vida, de la que es inseparable, es la mística Rosa de la Eterna Realidad, el Verbo Divino que sucesivamente se encarna y desencarna, es hablado y callado, en toda forma de existencia manifiesta."
(R+C)
Iglesia del Surf del Cristo Risueño de la Costa LTD. MMXXII ©
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