Este Espíritu será una luz para ti, por sus resplandores conocerás verdaderamente los mandamientos celestes de Dios. No temerás a la Ley, ni a la ira, ni al trueno de la Ley, pues el verdadero favor del Evangelio te bendice.
Ahora que has conocido a Cristo, por la brillante lámpara del cielo, se ha levantado en ti la sed por lo Bueno. La copa celeste te refresca, así que todo deseo dentro de tu corazón se seca y perece. Así pues, pecador, ¿temes todavía las espinas del mundo? Puedes ir salvo por las crueles espinas.
(...)
El Espíritu ilumina todos los rincones del corazón, y te renueva a través del Evangelio. La bebida celeste colma el fermento del corazón; fortificado de este modo pasas más allá de las sanguinarias armas. La Muerte tiende trampas para el corazón inscrito con el nombre de Jesús, pero, sin daño, busca los reinos del Cielo. Cierta esperanza de salvación celeste permanece cuando un nuevo calor libera los huesos resucitados.
No dudes; todo esto está demostrado dos veces del todo. ¿No ves las pruebas? Cada ángel las tiene."
S.D.G.
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