"No hay más que una Cosa, un Vaso y un Trabajo. He aquí el principio fundamental de todo arte hermético: quien no lo tenga en cuenta jamás encontrará la verdad.
Cuando se conoce la cosa de la que todo sale, ya no se tiene necesidad de otra; con esta Cosa se ha encontrado el vaso y el trabajo.
Esta cosa, este Universal es nuestro ✠, nuestro rocío filosófico, que contiene la fuerza extensiva y atractiva, los tres principios y los cuatro elementos, el Universal de la Naturaleza.
Los Sabios sólo tienen necesidad de su Agua, que es su vinagre de la naturaleza que lo lima todo. En su estado de coagulación, lo genera y lo aumenta todo; en estado líquido, es llamado el dragón volante.
En estado sólido, la serpiente.
El primero domina la volatilidad ; el segundo la fijeza de la esencia única.
El dragón es nuestro ✠.
La serpiente, nuestra Tierra.
Pero la tierra no es más que el vinagre de la naturaleza coagulado.
En este estado de coagulación, la tierra es llamada el agua seca.
En estado líquido, nuestro ✠ también es llamado Mercurio.
Hacer de este vinagre la tierra o la Sal, tal es la verdadera fijación del Mercurio de los Filósofos.
El puro aire vital que se halla en nuestro vinagre es la
MATERIA REMOTISSIMA
El vinagre, la Materia Remota.
La Sal, la Materia Próxima.
El vinagre es nuestro ✠, llamado también el Rocío del Cielo, la Grasa de la Tierra, el presente del Primogénito en Espíritu.
De esta gran operación, que exige primeramente el renacimiento exterior, los sacrificios religiosos son los símbolos.
Nuestra Madera sagrada (hylé, la Materia) es puesta sobre el altar sacrificial e inflamada por su propio calor.
Cuando la llama sube, aparecen tres fenómenos:
El primero es un humo blanco que es el Mercurio.
El segundo es el Azufre blanco y amarillo, el oro y la plata de los Filósofos,
su Sol y su Luna.
Estos se disuelven en un agua que es nuestro ✠; este ✠ es el Mercurio.
Toda operación continúa con este agua.
(...)
Sabes ya que el vinagre consume poco a poco todo el azufre, como el dragón come su propia cola. Seguidamente, la materia ascenderá como el rocío de la mañana y volverá a caer de nuevo sobre la tierra. Poco a poco lo volátil se convertirá en fijo.
Aparecerán los más bellos colores y, finalmente, todo el líquido se coagulará en una masa que es el fijo. Primero es blanca, luego se vuelve roja.
Este fijo es un gran tesoro: contiene las fuerzas de la naturaleza. Justifica el aforismo de Hermes:
Lo que está arriba es como lo que está abajo.
Para producir una sola cosa.
Esta única Cosa contiene a todas las otras y engendra a todas las fuerzas, pero su poder es el más grande cuando se transforma en tierra; esta Cosa encierra todos los tesoros del Universo.
Sabemos que la verdadera materia de los metales es el fósforo; la cuestión es saber de qué substancia extraían los antiguos el fósforo con el que trabajaban y que ellos llamaban lapis ignis. Para ello hay que remontarse a los egipcios y los persas. Se encontrará que estaban de acuerdo, generalmente, en decir que su materia era una piedra gris-negra, a veces blanca como la leche, adornada de vetas, pesada; los árabes la llamaban Albaón y también Abakozodi. Los persas Puch. Los antiguos decían que esta materia era la flor de la tierra y el espíritu astral que ha depositado todas las fuerzas del quinto-ser en este mineral."
OMNIA IN MANU DEI ALBA SUNT UT AB IPSO TINGI POSSUNT*
(R+C)
Iglesia del Surf del Cristo Risueño de la Costa LTD. MMXXIII ©
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