"Observemos que quienes citan actualmente con mayor autoridad a los grandes precursores de nuestro tiempo son los mismos fantasmas que los aplastaban con sus sarcasmos al principio de su carrera.
Pensemos que en el mundo siempre hay una decena de héroes que agonizan en la soledad, en el abandono y en la miseria, eternamente vejados por la cohorte de los mediocres, que les rechazan en el mismísimo nombre de los últimos mártires asesinados por ellos y a quienes ellos mismos han levantado estatuas.
La ley del mundo quiere que los fuertes manifiesten su fuerza en medio de los mayores obstáculos e incluso más allá de las fronteras de la muerte, a fin de que su fe sea afirmada y justificada ante todos; pues más vale perecer con la propia fe que vegetar en la banalidad de la duda o corromperse en la bajeza de la cobardía. La misma ley pone límites a la mentira y al absurdo, lo que es su propia destrucción, pues como dice Gaston Diehl:
En el desgaste se manifiestan los verdaderos talentos."
(L.C.)
"Tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, era extranjero y no me recogisteis, estaba desnudo y no me vestisteis, enfermo y en prisión y no me visitasteis."
(SAN MATEO)
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