Eran estos los sueños húmedos de Luigi Russolo cuando parió sus intonarumori, y de paso el arte del ruido, allá por 1910 entre futuristas fascistas, cañones novíssimos y pepinos de guerra, la muy buena disposición a quemar todos los grandes museos del mundo y un puñado de bigotes histéricos enamorados de la velocità de los mecánicos.
Un siglo después, la democracía del ruido se impone y la avanzadísima práctica tecnológica y futurista de la electro-mekaniká popularista se instala en los talleres de algunos aventajados vecinos. Alabados sean los benditos y venturosos vecinos autoingenieros en sus autolaboratorios domestiques!
Intonarumoris del siglo XXI a golpe de corticocircuito-bending. Todo objeto es ótptimo para el destripaje y el posterior corticocircuitaje.
Biba intonarumori!
Esto era el futuro.
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